Prométeme,
que aún te tendré dos siglos más.
Que seguirás despertándome a besos,
y acostándome después de acabar,
y soñándonos de este amor aún presos.
Prométeme,
que volverás si algún día piensas en marcharte,
que agarrarás mi mano en tal caso,
que aún así me dejarás por la noche velarte
y que yaceremos exhaustos en el Parnaso.
Prométeme,
prométeme que cumplirás tus promesas,
que no huirás al París de Nunca Jamás,
que siempre me dejarás ser tu cordobesa,
y nunca bailaremos al descompás.
Ahora no hace falta que prometas nada,
no te sueltes, agárrame bien fuerte,
no tengo miedo, si no a quedarme abandonada.
Mi corazón tras tanto tiempo inerte,
despertó de su latencia insana,
y lo único que quiere, es quererte.