9 de marzo de 2010

Un poco de té

Publicado por Helena en 21:06 4 comentarios
Me apetecería, si es tan amable,
un poco de leche con té.
Mientras le cuento mi historia a usted.

Nací un frío mes de octubre,
en mi amado Madrid.
Allí nací y crecí,
hasta que pude morir.
Con uñas y dientes,
mi amado Madrid, defendí.
Y solamente quedaron,
dos hijos desconocidos de mí.

Quien se acuerda ya de mi historia,
quien recuerda como morí.
Ni si quiera yo lo sé,
solo sé, que caí presa de sus labios,
presa, del fusil.

Y allá me llevaron, donde el sol nunca se pone,
donde acompañada, me fui.
Entre escombros y metrallas,
entre amigos y camaradas, me fui.

Y ahora, ya nadie sabe nada,
de aquel día de Madrid,
de como una heroína, cayó,
sin ni siquiera poder decir adiós.

Y a mis hijos, solo les quedó la desesperación.
Porque su madre ya no estaba,
y no les había dicho adiós.

Porque quizás estaba en Francia,
quizás, solo en el almohadón,
en uno de esos sueños rotos,
rotos, por el dolor.

Una más de tantas historias, para el buen historiador.
Una muerta más, para los sin corazón.
Pero un alma abatida, para mis hijos, que lloran por mi perdón.

Y esta es mi historia, querido señor,
hágala saber, pues así, no moriré.
Y sí mis hijos se acuerdan de mí,
por favor, dígales, que viví feliz.
Y que si me fui... Yo no lo quise así.

No haga que los de arriba se olviden de mí,
porque ellos tuvieron la oportunidad,
de vivir.
Y contar su historia, e incluso también pudieron mentir.


Así que, hágala saber, querido señor,
que esta es mi historia,
vivida con alegría, muerta, con honor.

7 de marzo de 2010

Tú, el perfecto hijo

Publicado por Helena en 18:26 3 comentarios
Un hijo no puede irse.
No puede abandonar a su madre.
Y tú, como buen hijo,
la acompañaste en su final.
Allí estabas.
Tan sonriente como siempre,
estoy segura de ello.
Allí estabas.
Cuidando de que todos mis recuerdos,
se quedasen bien guardados.
Sin poder olvidarte jamás.
Como buen hijo,
ahí sigues, junto a tu madre,
tu madre, buena, santa.
Y rodeado de aquella tierra,
que tantas veces hemos pisado
Tierra que ahora está impregnada de vosotros,
que cada vez que piso me recuerda que ya no estáis.
Un hijo, que no ha abandonado a su madre.
pero sí a los demás.
Y tu hijo, como buen hijo,
siempre te recordará,
porque todos le hablamos,
de su buen papá.
 

Nunca he tenido el corazón tan rojo. Copyright © 2012 Design by Antonia Sundrani Vinte e poucos