Tantos años hace ya,
de aquel 14 de abril,
pero aún no se ha olvidado,
aquel sentimiento de puños levantados,
de corazones rojos,
amarillos y morados.
Y como aquel sentimiento,
por la guerra fue truncado.
Aún queda la esperanza,
de que vuelvan tiempos,
en los que ya no quepa la venganza.
Y por aquellos que dieron su vida,
pensemos que no la dieron en vano,
que quizás ahora no,
pero dentro de unos años...
Hoy recordamos,
héroes, reformas, hermanos,
que se fueron, sin tener a nadie al lado.
Y que su historia, muchos ya olvidaron.
Así que celebremos, hoy
y cada día del año,
que hace ya 79 primaveras,
en España, hubo algo sensato.
Creo que lo llamaban,
el sentimiento republicano.
11 de abril de 2010
7 de abril de 2010
Cramatiga
Hecho de menos esos echos,
que más de una vez me hicieron sonreír.
Hecho de menos esos echos,
que hacían que fuese feliz.
¡Haber si te veo!
¡Haber si en la verdad puede a ver matices!
¡Hay! Me duele corazón,
saber que ahí más verdades por saber,
ay están, ay afuera.
Solo las tubo que ver.
Y si las metes en un tuvo,
quizás, aprenderás a leer.
que más de una vez me hicieron sonreír.
Hecho de menos esos echos,
que hacían que fuese feliz.
¡Haber si te veo!
¡Haber si en la verdad puede a ver matices!
¡Hay! Me duele corazón,
saber que ahí más verdades por saber,
ay están, ay afuera.
Solo las tubo que ver.
Y si las metes en un tuvo,
quizás, aprenderás a leer.
5 de abril de 2010
Estrés
No hay tiempo ya,
para sentarse y olvidarse de todo.
De prisas y obligaciones.
De políticos infumables,
trabajos no remunerados.
Imposible ya,
dar de comer a las palomas,
con tu ya olvidado abuelo.
Si lo consigues,
solo verás,
gente corriendo de aquí para allá,
sin ni si quiera mirar,
a quien a su lado está.
No hay tiempo ya,
de mirar al más allá,
y al final y al cabo,
solo seremos sombras.
¿Qué más da?
para sentarse y olvidarse de todo.
De prisas y obligaciones.
De políticos infumables,
trabajos no remunerados.
Imposible ya,
dar de comer a las palomas,
con tu ya olvidado abuelo.
Si lo consigues,
solo verás,
gente corriendo de aquí para allá,
sin ni si quiera mirar,
a quien a su lado está.
No hay tiempo ya,
de mirar al más allá,
y al final y al cabo,
solo seremos sombras.
¿Qué más da?
9 de marzo de 2010
Un poco de té
Me apetecería, si es tan amable,
un poco de leche con té.
Mientras le cuento mi historia a usted.
Nací un frío mes de octubre,
en mi amado Madrid.
Allí nací y crecí,
hasta que pude morir.
Con uñas y dientes,
mi amado Madrid, defendí.
Y solamente quedaron,
dos hijos desconocidos de mí.
Quien se acuerda ya de mi historia,
quien recuerda como morí.
Ni si quiera yo lo sé,
solo sé, que caí presa de sus labios,
presa, del fusil.
Y allá me llevaron, donde el sol nunca se pone,
donde acompañada, me fui.
Entre escombros y metrallas,
entre amigos y camaradas, me fui.
Y ahora, ya nadie sabe nada,
de aquel día de Madrid,
de como una heroína, cayó,
sin ni siquiera poder decir adiós.
Y a mis hijos, solo les quedó la desesperación.
Porque su madre ya no estaba,
y no les había dicho adiós.
Porque quizás estaba en Francia,
quizás, solo en el almohadón,
en uno de esos sueños rotos,
rotos, por el dolor.
Una más de tantas historias, para el buen historiador.
Una muerta más, para los sin corazón.
Pero un alma abatida, para mis hijos, que lloran por mi perdón.
Y esta es mi historia, querido señor,
hágala saber, pues así, no moriré.
Y sí mis hijos se acuerdan de mí,
por favor, dígales, que viví feliz.
Y que si me fui... Yo no lo quise así.
No haga que los de arriba se olviden de mí,
porque ellos tuvieron la oportunidad,
de vivir.
Y contar su historia, e incluso también pudieron mentir.
Así que, hágala saber, querido señor,
que esta es mi historia,
vivida con alegría, muerta, con honor.
un poco de leche con té.
Mientras le cuento mi historia a usted.
Nací un frío mes de octubre,
en mi amado Madrid.
Allí nací y crecí,
hasta que pude morir.
Con uñas y dientes,
mi amado Madrid, defendí.
Y solamente quedaron,
dos hijos desconocidos de mí.
Quien se acuerda ya de mi historia,
quien recuerda como morí.
Ni si quiera yo lo sé,
solo sé, que caí presa de sus labios,
presa, del fusil.
Y allá me llevaron, donde el sol nunca se pone,
donde acompañada, me fui.
Entre escombros y metrallas,
entre amigos y camaradas, me fui.
Y ahora, ya nadie sabe nada,
de aquel día de Madrid,
de como una heroína, cayó,
sin ni siquiera poder decir adiós.
Y a mis hijos, solo les quedó la desesperación.
Porque su madre ya no estaba,
y no les había dicho adiós.
Porque quizás estaba en Francia,
quizás, solo en el almohadón,
en uno de esos sueños rotos,
rotos, por el dolor.
Una más de tantas historias, para el buen historiador.
Una muerta más, para los sin corazón.
Pero un alma abatida, para mis hijos, que lloran por mi perdón.
Y esta es mi historia, querido señor,
hágala saber, pues así, no moriré.
Y sí mis hijos se acuerdan de mí,
por favor, dígales, que viví feliz.
Y que si me fui... Yo no lo quise así.
No haga que los de arriba se olviden de mí,
porque ellos tuvieron la oportunidad,
de vivir.
Y contar su historia, e incluso también pudieron mentir.
Así que, hágala saber, querido señor,
que esta es mi historia,
vivida con alegría, muerta, con honor.
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
